domingo, 10 de diciembre de 2017

Poema a un matrimonio de entrañables amigos

En recuerdo del matrimonio Manuel Molina y Maruja Varó

Finaliza este centenario en ardor helado,
y el tiempo pasado ahora no se siente,
porque el sueño es siempre un mal presente,
que en el recordar estoy muy cansado.

En vuestro amor se concentra vuestro tesoro,
de robusto anhelos los amores,
templando canciones los ruiseñores,
una angustia pasada con la que lloro.

Se esconde el ruido de su ruido con cuidado,
y levanta la voz de grito latente,
que es grito del corazón entre la gente,
solamente el corazón puro es amado.

En las tardes alicantinas  encarcelada,
un seis de diciembre amarra el lazo,
como una lanzada certera y dura.
El ángel del Amor os salvó del abismo:
de una soledad que lo promete todo,
pues por el contrario no cumple nada,
razón  cierta fue unir vuestros destinos

Umbral de los mares siempre  sonoro,
secretos cultos  entre las palmeral,
hurtando el frescor de las olas consentidas,
tal vez la espume siempre fue oro.

Entre diamantes relucen los tesoros,
recuerdo conversaciones con Maruja,
de aquellos tiempos templando
de momentos dulces divertido,
la montaña de álbum se abre solo
despeñado y ya sin gemidos de Manolo.

El centenario de Molina ha venido,
con trabajo, sudor, picos y palas
con trabajo todo se consigue detenido
con trabajo todo se ha ido en palabras
en exposiciones, catálogos, conferencias
a las que he asistido, sin lluvia ni relámpagos
pues con fe  -casco de seguridad  fornido-
el Edén ha tenido recuerdos de momentos
lejanos en fotos amarillas tratadas por magos.

Un matromino de 1943 que años más tardes dio
su ansiado frutos en Marilé y Clemencia 
de entre los lirios los mejores.


Ramón Palmeral
Alicante, 10-12-201