lunes, 6 de junio de 2016

La recompesa débil




A veces, uno trabajo con mucho esfuerzo pensando que va conseguir una gran recompensa o un importante reconocimiento, e incluso premio, sin embargo, luego no llega con recompensa o en la cantidad que uno creían, y nos desilusionamos, pero la vida es así. La gente no aprendió a elogiar los avances de los demás, porque la envidia casi siempre es grave.
Quizás lo mejor sea el trabajar sin esperar premios ni recompensas, pues el horno de los demás no está para bollos ajenos de otras masas, ni de otro panadero.
Pero uno no puede evitar sentirse desilusionado porque el trabajar en un proyecto en mantener la mente en una ilusión. Que puede no puede ser aceptada, porque uno, lamentablemente, vive pendiente de la aceptación de los demás sobre todo pintores y escritores.
Y esos maestros que no te valoras en la medida en que crees merecer, ellos también se llevaron sus desilusiones, y por ello están remisos de ser complacientes en exceso. Pero uno siempre sabe o que ha hecho vale o no vale, y tampoco es conveniente al autoengaño.
También, aquellos que uno creía incombustibles también de desmoronan cuando las cosas no le salen como ellos creían.